(1) Envía tu pan sobre las aguas; porque después de muchos días lo encontrarás.
(2) Distribuye porciones a siete o incluso a ocho, porque no sabes qué desgracia puede ocurrir en la tierra.
(3) Si las nubes están llenas, derramarán lluvia sobre la tierra; y si un rayo cae, allí donde cae, allí golpeará. Si un árbol cae hacia el sur o hacia el norte, el árbol permanecerá donde haya caído.
(4) Quien observa el viento, nunca sembrará; y quien contempla las nubes, nunca cosechará.
(5) Así como no sabes cómo el aliento de vida entra en los miembros dentro del vientre de una mujer embarazada, tampoco puedes prever las acciones de Dios, quien hace que todo ocurra.
(6) Siembra tu semilla por la mañana y no retengas tu mano por la tarde, porque no sabes cuál prosperará, si una o la otra, o si ambas serán igualmente buenas.
2) ¿Cuál creen es la idea central que Kohelet quiere enseñarnos?
El anteúltimo capítulo de Kohelet abre de manera inesperada con un toque esperanzador: no podemos saber que nos deparará el futuro y justamente por eso es mejor confiar en las posibilidades, sembrar ideas y proyectos. La apertura de este capitulo nos lleva al mundo del riesgo.
Primero nos dicen que tiremos pan al agua porque volveremos a encontrarlo (¿qué querrá decir esto realmente? Lo veremos en breve). Segundo, no sabemos si las lluvias pueden nutrir la tierra o producir una inundación que perjudica todo. Tercero, los árboles que se caen no tienden a moverse. En otras palabras, no puedes saber cómo impactarán las lluvias pero puedes estar seguro que un árbol caído quedará caído. En resumen, dentro de todo lo impredecible de los fenómenos naturales, Kohelet parecería decirnos que hay cierta previsibilidad.
Lanzar el pan
Es extraño que Kohelet nos diga que debemos lanzar pan a las aguas y que muchos días después volveremos a encontrarlo. El pan tiene una representación muy simbólica en nuestra tradición: hornear pan para otros es considerando un símbolo de ajnasat orjim (hospitalidad) y se hacían ofrendas de pan en el Beit Hamikdash. El pan no es algo que uno intuitivamente arrojaría (de hecho yo crecí con la costumbre de besar el pan si se pudre y debe ser tirado y al besarlo decir "que nunca nos falte"). Arrojar pan entendido como arrojar sustento de vida hasta suena como una transgresión halajica: baal tashjit (no desperdiciar). Por eso la tradición leerá este versículo metafóricamente:
Da tu pan sustentador a los pobres que viajan en barcos sobre la superficie del agua, porque después de muchos días allí encontrarás una recompensa [lectura alternativa: בעלמא הדין (en este mundo)] y en el mundo venidero.
(14) Ella es como una flota mercante,
Que trae su alimento desde lejos.
(1) "Echa tu pan sobre las aguas. Haz el bien y muestra bondad a una persona sobre la cual tu corazón te dice que nunca volverás a ver. 1 Haz el bien sin anticipar reciprocidad del receptor. (Sforno) Alternativamente, también da caridad a personas que no conoces. (Ibn Ezra)
(2) Porque después de muchos días lo encontrarás. Vendrán días en los que recibirás tu recompensa. 3 Alternativamente, encontrarás su recompensa en el Mundo Venidero. (Targum) Mira lo que se dice sobre Yitró: 'Llámalo y que coma pan',4 (Shemot 2:20), y él pensó que [Moisés] era un egipcio y que nunca lo volvería a ver. ¿Cuál fue el final? Se convirtió en su yerno, reinó sobre Israel, y [Moisés] lo trajo bajo las alas de la Presencia Divina. Sus hijos y nietos merecieron sentarse en la Cámara de Piedra Tallada. (Jerusalem y el Beit Hamikdash)"
Hay una historia sobre un cierto santo que acostumbraba a dar caridad regularmente. Una vez, subió a un barco, y se levantó un viento que hundió su embarcación en el mar. Rabí Akiva presenció lo sucedido y fue ante el tribunal para testificar que la esposa de este hombre era libre para casarse nuevamente. Antes de que pudiera hablar, aquel mismo hombre entró y se presentó ante él.
Rabí Akiva le preguntó: "¿Eres tú el que se hundió en el mar?"
Él respondió: "Sí."
Rabí Akiva continuó: "¿Y quién te sacó del mar?"
Él respondió: "La caridad que di es lo que me sacó del mar."
Rabí Akiva preguntó: "¿Cómo lo sabes?"
Él respondió: "Cuando descendí a las profundidades del abismo, escuché una voz que provenía del rugido de las olas. Cada ola decía a la otra: ‘Ven, choquemos juntas y levantemos a este hombre del mar, porque dio caridad toda su vida.’"
De inmediato, Rabí Akiva abrió su boca y dijo: "¡Bendito sea Dios, el Dios de Israel, quien escogió las palabras de la Torá y las palabras de los sabios, porque las palabras de la Torá y las palabras de los sabios perduran por siempre! Pues está escrito (Eclesiastés 11:1): ‘Envía tu pan sobre las aguas, porque después de muchos días lo encontrarás,’ y también está escrito (Proverbios 10:2): ‘Y la caridad salva de la muerte.’"
(א) תֶּן חֵלֶק לְשִׁבְעָה וְגַם לִשְׁמוֹנָה. חִלַּקְתָּ מִלַּחְמְךָ וּמִשְׁתְּךָ לְשִׁבְעָה צְרִיכֵי חֶסֶד, חַלֵּק עוֹד לִשְׁמוֹנָה שֶׁיָּבֹאוּ אַחֲרֵיהֶם, וְאַל תֹּאמַר "דָּי": (ב) כִּי לֹא תֵדַע מַה יִהְיֶה רָעָה. שֶׁמָּא עוֹד בָּאִים וְתִצְטָרֵךְ לְכֻלָּם. אָז תִּנָּצֵל עַל יְדֵי צְדָקָה זוּ מִן הָרָעָה. וְעִם לֹא עַכְשָׁיו, אֵימָתָי? (ג) וְרַבּוֹתֵינוּ אָמְרוּ: תֶּן חֵלֶק וְגוֹ'. אֵלּוּ שִׁבְעַת יְמֵי בְרֵאשִׁית. תֵּן אֶחָד מֵהֶן חֵלֶק לְיוֹצְרֶךָ לָנוּחַ בְּשַׁבָּת. וְגַם לִשְׁמוֹנָה. אֵלּוּ שְׁמוֹנַת יְמֵי הַמִּילָהּ.
(1) Contribuye a siete e incluso a ocho. Si compartiste tu comida y bebida con siete que necesitan bondad, comparte también con ocho más que vengan después de ellos, y no digas: "Es suficiente."
(2) Porque nunca sabes qué calamidad ocurrirá. Tal vez vengan días en los que tú mismo necesitarás el apoyo de todos ellos. Entonces serás salvado del mal por esta caridad, y si no es ahora, ¿cuándo?
(3) Nuestros Rabinos, sin embargo, dijeron: "Contribuye a siete, etc." Estos son los siete días de la creación. Dedica uno de ellos como porción a tu Creador, descansando en Shabat. Y también a ocho. Estos son los ocho días que preceden a la circuncisión.
(4) Otra explicación: "Contribuye a siete." Los sacrificios comunitarios de los siete días de Pesaj. Y también a ocho. Los ocho días de la festividad [=Sucot].
¿Qué más aprendemos de la naturaleza?
(4) Quien observa el viento, nunca sembrará; y quien contempla las nubes, nunca cosechará.
(1) El que observa [espera] el viento. Aquel que espera y anhela que llegue el viento.
(2) Nunca sembrará. A veces espera [por el viento], pero este no llega.
(3) Y el que observa las nubes. Mira las nubes, y cuando las ve oscurecerse, teme cosechar por miedo a las lluvias; nunca cosechará porque siempre tiene miedo [de las lluvias].
Siguiendo esta misma idea Kohelet se expande:
(5) Así como no sabes cómo el aliento de vida entra en los miembros dentro del vientre de una mujer embarazada, tampoco puedes prever las acciones de Dios, quien hace que todo ocurra.
(6) Siembra tu semilla por la mañana y no retengas tu mano por la tarde, porque no sabes cuál prosperará, si una o la otra, o si ambas serán igualmente buenas.
Finalmente, Kohelet Rabbah (un comentario rabínico sobre Kohelet) lleva todo esto hacia otra dirección completamente distinta:
"Así como no sabes cómo el aliento de vida entra en los miembros dentro del vientre de una mujer embarazada, tampoco puedes prever las acciones de Dios, quien hace que todo ocurra." (Eclesiastés 11:5).
“Así como no conoces”: hay siete asuntos que están ocultos para las personas, y son: (1) el día de la muerte, (2) el día del consuelo, (3) la profundidad del juicio, (4) cómo uno obtiene ganancias, (5) lo que hay en el corazón de otra persona, (6) lo que hay en el embarazo de una mujer y (7) cuándo caerá este reino de Edom.
Kohelet luego se aleja del fruto del vientre y vuelve al fruto de la tierra. Rashi en 11:6 aconseja a los lectores que continúen haciendo lo que hacían en su juventud en su vejez: aprender, enseñar, procrear y dar caridad. Fusiona dos interpretaciones talmúdicas que sugieren que lo que hacemos en nuestra juventud se convertirá en un ancla para nosotros en la vejez, interpretando la mañana y la tarde de un día como una metáfora de la duración de la vida humana.
Rabí Yehoshua dice: Si un hombre se casó con una mujer en su juventud y ella falleció, debería casarse con otra mujer en su vejez. Si tuvo hijos en su juventud, debería tener más hijos en su vejez, como está escrito: “Por la mañana siembra tu semilla, y por la tarde no dejes de trabajar, porque no sabes qué prosperará, si esto o aquello, o si ambos serán igualmente buenos” (Eclesiastés 11:6). Este versículo indica que un hombre debería seguir teniendo hijos incluso después de haber cumplido con la mitzvá de ser fructífero y multiplicarse.
רַבִּי עֲקִיבָא אוֹמֵר: לָמַד תּוֹרָה בְּיַלְדוּתוֹ — יִלְמוֹד תּוֹרָה בְּזִקְנוּתוֹ. הָיוּ לוֹ תַּלְמִידִים בְּיַלְדוּתוֹ — יִהְיוּ לוֹ תַּלְמִידִים בְּזִקְנוּתוֹ, שֶׁנֶּאֱמַר: ״בַּבֹּקֶר זְרַע אֶת זַרְעֶךָ וְגוֹ׳״.
Rabí Akiva dice que el versículo debe entenderse de la siguiente manera: si uno estudió Torá en su juventud, debería estudiar más Torá en su vejez; si tuvo alumnos en su juventud, debería tener más alumnos en su vejez, como está escrito: “Por la mañana siembra tu semilla, etc.”.
Y el mundo quedó desolado de Torá hasta que Rabí Akiva fue a nuestros Rabinos en el sur y les enseñó su Torá. Este segundo grupo de discípulos consistió en Rabí Meir, Rabí Yehudá, Rabí Yosei, Rabí Shimon y Rabí Elazar ben Shamua. Y ellos fueron los que sostuvieron el estudio de la Torá en ese tiempo. Aunque los primeros alumnos de Rabí Akiva no sobrevivieron, sus discípulos posteriores pudieron transmitir la Torá a las generaciones futuras.
Toma riesgos, recomienda Kohelet. No te rindas. ¿Quién sabe qué realidad, se pregunta Kohelet, aún no has creado?