(טז) אִֽי־לָ֣ךְ אֶ֔רֶץ שֶׁמַּלְכֵּ֖ךְ נָ֑עַר וְשָׂרַ֖יִךְ בַּבֹּ֥קֶר יֹאכֵֽלוּ׃ (יז) אַשְׁרֵ֣יךְ אֶ֔רֶץ שֶׁמַּלְכֵּ֖ךְ בֶּן־חוֹרִ֑ים וְשָׂרַ֙יִךְ֙ בָּעֵ֣ת יֹאכֵ֔לוּ בִּגְבוּרָ֖ה וְלֹ֥א בַשְּׁתִֽי׃
(יח) בַּעֲצַלְתַּ֖יִם יִמַּ֣ךְ הַמְּקָרֶ֑ה וּבְשִׁפְל֥וּת יָדַ֖יִם יִדְלֹ֥ף הַבָּֽיִת׃
(יט) לִשְׂחוֹק֙ עֹשִׂ֣ים לֶ֔חֶם וְיַ֖יִן יְשַׂמַּ֣ח חַיִּ֑ים וְהַכֶּ֖סֶף יַעֲנֶ֥ה אֶת־הַכֹּֽל׃
(16) ¡Ay de ti, tierra cuyo rey es un joven y cuyos ministros banquetean por la mañana!
(17) ¡Feliz tú, tierra cuyo rey es un hombre libre y cuyos ministros comen a la hora adecuada, con moderación y no con glotonería!
(18) Por la pereza se hunde el techo, y por manos descuidadas la casa se derrumba.
(19) Ellos organizan banquetes para la diversión; el vino alegra la vida, y el dinero satisface todas las necesidades.
Erica sugiere otra lección metafórica en el hundimiento del techo y la casa que se derrumba: en su pereza, los ministros del rey joven ignoran los problemas estatales pequeños del día a día (una gotera en el techo) haciendo que después los problemas se acumulen y se derrumbe el palacio entero. En palabras de jojmá simple: ¡arregla ya mismo la gotera!
Si bien no pertenecen a la teología judía, Erica evoca los famosos siete pecados puesto que el último de ellos es ni más ni menos que "pereza".
Los siete pecados capitales son un conjunto de vicios o inclinaciones negativas que, según la teología cristiana tradicional, conducen a otros pecados y separan a las personas de Dios. Fueron sistematizados por el papa Gregorio I en el siglo VI y popularizados en la Edad Media por Santo Tomás de Aquino.
Lista de los 7 Pecados Capitales:
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Soberbia (Orgullo):
- Excesivo amor propio o arrogancia, que lleva a poner el propio ego por encima de los demás e incluso de Dios.
- Ejemplo: Creerse superior a los demás y despreciarlos.
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Avaricia:
- Deseo desmedido de riquezas, bienes materiales o poder.
- Ejemplo: Acumular riquezas sin compartir ni ayudar a quienes lo necesitan.
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Lujuria:
- Deseo descontrolado de placer sexual, poniendo los impulsos por encima de los valores éticos o espirituales.
- Ejemplo: Perseguir gratificación física sin respeto por las consecuencias o las relaciones humanas.
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Ira (Enojo):
- Rabia o enojo excesivo, que puede llevar a la violencia, venganza o odio.
- Ejemplo: Perder el control y buscar dañar a otros por resentimiento.
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Gula:
- Exceso en el consumo de comida o bebida, poniendo el placer físico por encima de la moderación y el autocontrol.
- Ejemplo: Comer compulsivamente sin necesidad.
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Envidia:
- Deseo de poseer lo que otros tienen, acompañado de resentimiento hacia ellos.
- Ejemplo: Sentir celos por los logros o posesiones de los demás y desear que no los tengan.
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Pereza (Acedia):
- Falta de esfuerzo o apatía hacia el trabajo, las responsabilidades o el crecimiento espiritual.
- Ejemplo: Evitar los deberes morales o religiosos por negligencia o indiferencia.
Analicemos cada uno de estos obstáculos según grandes maestros del Musar:
- La búsqueda del confort: "El mal que proviene de la pereza no se produce de repente, sino lentamente y sin que nos demos cuenta. Viene en una secuencia de una mala acción tras otra, hasta que te encuentras hundido en el mal. La persona perezosa, aunque no sea activamente malvada, produce el mal a través de su propia inactividad*" - “Los factores que restan entusiasmo son los que promueven la pereza. El mayor de estos es el deseo de reposo corporal, la aversión al esfuerzo, y el amor a los placeres materiales hasta el límite” (Luzzatto, 1738)
- La extrema racionalización: Proverbios “El perezoso se cree más sabio que siete que saben responder.” (Orjot Tzadikim 1500) - La persona racionaliza tanto a través de todo lo que le puede llegar a pasar que nunca termina por hacer nada ('En un momento puedes estar nervioso por el frío o el calor, en otro momento puedes preocuparte por accidentes, luego por enfermedades y después por el viento, y así sucesivamente' - esa voz es el yetzer hará)
Una de las cosas que llama la atención es que a pesar que todos estaríamos de acuerdo en criticar la pereza, Kohelet ha insistido desde el primer capítulo que todo es en vano, insustancial o efímero. ¿No esperaríamos que nos dijera que no tiene sentido el esfuerzo si todo lleva a la vanidad?
Erica desarrolla esta idea trayendo citas de un ensayo de Bertrand Russell (1872-1970). Russell fue un filósofo, matemático, lógico, historiador y escritor británico de gran influencia en el siglo XX. Es reconocido por sus contribuciones tanto en la filosofía como en el activismo social y político. El ensayo "In Praise of Idleness" (una alabanza al ocio) de Bertrand Russell fue publicado en 1932. Es uno de los textos más conocidos de Russell, en el cual desafía las convenciones sociales y económicas de su época, defendiendo la importancia del ocio en lugar del trabajo excesivo como un medio para alcanzar una vida más equilibrada y significativa. Algunas citas interesantes del ensayo son:
- "Creo que se trabaja demasiado en el mundo, que se causa un daño inmenso por la creencia de que el trabajo es virtuoso, y que lo que debe predicarse en los países industriales modernos es algo muy diferente de lo que siempre se ha predicado."
- "Hasta ahora hemos continuado siendo tan enérgicos como lo éramos antes de que existieran las máquinas. En esto hemos sido necios, pero no hay razón para seguir siendo necios para siempre."
- "La tecnología moderna ha hecho posible disminuir enormemente la cantidad de trabajo necesario para producir los bienes esenciales para todos...es posible mantener a las poblaciones modernas en un nivel de comodidad aceptable utilizando solo una pequeña parte de la capacidad laboral del mundo moderno."
El Talmud cita estos versiculos de Kohelet para traer diferentes enseñanzas. La primera cita nos recuerda que incluso "una siestita" no es tan inocente:
Había un hombre que decía mientras caminaba: "Si una mujer lleva una cesta en la cabeza, cuando se queda dormida, la cesta de junco se cae". Shmuel le dijo a Rav Yehuda: "Hay un versículo que transmite el mensaje de este dicho: Por la pereza se hunde el techo, y por manos descuidadas la casa se derrumba (Kohelet 10:18)
El rabino Elazar introdujo este pasaje con una cita de aquí: “Por la pereza se hunde [yimaj] el techo [hamekare], y por manos descuidadas la casa se derrumba.” (Eclesiastés 10:18). El rabino Elazar interpreta el versículo de manera homilética: Por la pereza del pueblo judío, que no se ocupó del estudio de la Torá, el enemigo del Santo, bendito sea Él (un eufemismo para referirse a Dios mismo), se empobreció [maj], de modo que, por así decirlo, no pudo ayudarlos. Porque maj no significa otra cosa que pobre, como está escrito: “Pero si él es demasiado pobre [maj] para la valuación” (Levítico 27:8). Y la palabra mekare en el versículo no se refiere a nadie más que al Santo, bendito sea Él, como está dicho: “Que pone las vigas [hamekare] de Sus cámaras en las aguas” (Salmos 104:3).
Esperamos que los Sabios espiritualicen estos dichos para reflejar algo más que el buen sentido común. Y no decepcionan. En nuestro versículo, R. Elazar ve la casa como el espacio fundacional que crea la relación entre Dios e Israel. Esa casa es la casa de estudio, el beit midrash. El acto es el acto de aprender. Rashi, sin embargo, cita una lectura talmúdica diferente. Él considera la casa como la casa de oración (la sinagoga) por excelencia: "La lluvia que gotea gotea. Cuando Israel es perezoso en su observancia de la Torá, se derrite, y el Templo, el orgullo de su fuerza, se destruye y empobrece".
Los rabinos están preocupados por la vida espiritual de la persona perezosa. La rectitud requiere trabajo duro. El alma es frágil y las seducciones de la pereza son constantes y perniciosas. La mentalidad indolente puede ser particularmente insidiosa en la vida de los fieles porque la piedad requiere compromiso, autoridad y devoción, todo lo cual demanda energía. A veces, el techo se hunde y el firmamento del cielo espera el estiramiento de la mano humana para tocar la trascendencia. Sostén el techo y el cielo será el límite.